sábado, 15 de marzo de 2008

El nuevo rol del profesional farmacéutico

El nuevo rol del profesional farmacéutico


Docentes de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) destacan la importancia de la figura del farmacéutico como miembro del equipo de salud. El nuevo rol que proponen a los alumnos se fundamenta en el asesoramiento, la atención y el seguimiento farmacoterapéutico de los pacientes.

La profesión farmacéutica data de miles de años, pasando por la antigua figura del boticario, en tanto elaborador de preparados magistrales hasta el farmacéutico de nuestros días.

En esta transición, emerge un nuevo concepto en el ejercicio profesional y es aquel que considera una participación más activa del farmacéutico con los demás profesionales del equipo de salud: médicos, enfermeros, especialistas, entre otros.

Este nuevo concepto en atención farmacéutica, no se limita sólo a las farmacias comunitarias, sino que contempla todos los niveles: desde la industria farmacéutica, los centros de atención primaria, hasta las políticas que se imparten desde el Ministerio de Salud. En cualquier ámbito de ejercicio profesional la meta de trabajo es el medicamento y su centro de acción es el paciente y la comunidad.

La doctora María Luz Traverso, docente del área de Farmacia Asistencial se refiere al farmacéutico como aquel profesional del área salud, responsable de garantizar que la farmacoterapia, o tratamiento con medicamentos, sea racional y segura para el paciente. De este modo, el profesional contribuye a que los medicamentos suministrados sean los más adecuados, con un costo razonable y el mejor resultado clínico en el paciente.

Para Traverso, esa racionalidad es realmente efectiva cuando hay un seguimiento farmacoterapéutico del paciente por parte del farmacéutico.

"Esto implica en el caso de pacientes polimedicados, que acuden a varios especialistas, o con complicaciones de salud, un asesoramiento adecuado, para evitar interacción en los medicamentos y consiguientemente, efectos adversos. Es el farmacéutico, si es que se acude habitualmente a la misma farmacia, el profesional que maneja toda esa información. De este modo es posible brindar un valor agregado al rol tradicional, a partir de enfocar el servicio clínico de atención farmacéutica", explica Traverso.


¿Bienes esenciales u objetos de consumo?

Para la docente Mercedes Salamano la concepción de racionalidad en la farmacoterapia supone una irracionalidad en el actual mercado farmacéutico. "La oferta de medicamentos en nuestros días es muy amplia, pero no significa que sea eficiente. Por lo tanto, el conjunto de profesionales que ofrecen prestaciones de salud deben contribuir a que los medicamentos que se consuman sean los más seguros y adecuados".

Los fármacos difieren mucho en cuanto a su valor intrínseco y sus objetivos terapéuticos, ya que se cuentan desde los que podrían encuadrarse de modo sencillo como reconstituyentes generales de escaso a nulo valor intrínseco, los que tratan patologías de moderada gravedad, hasta los que, por su acción selectiva, eficaz y efectiva, se transforman en un elemento necesario para la continuidad de la vida de las personas. Este último tipo de medicamentos pueden llamarse vitales, o en un sentido amplio esenciales como los define las Organización Mundial de la Salud. Los mismos, son socialmente considerados como bienes meritorios o tutelares, es decir, cuando una sociedad no puede garantizar ni siquiera los satisfactores imprescindibles para la vida, alcanza la lógica de los derechos sociales.

"En el mercado actual, existen además, otros medicamentos que han ocupado un lugar privilegiado tanto al interior de los servicios de salud, como en las prácticas profesionales y de los usuarios. Los mismos dejan ya de ser esenciales para convertirse en objetos de consumo personal, sobrepasan sus potencialidades y responden a un modelo de plenitud, belleza, éxito o vigor sexual", describe Salamano.

En esta línea de pensamiento, el medicamento que para unos es inaccesible, para otros se convierte en una imposición social, ocupando un lugar importante en el imaginario colectivo. Esto, se ve reforzado además por las estrategias de comercialización adoptadas por los fabricantes que van desde la influencia sobre los prescriptores hasta la publicidad directa al consumidor. La misma es ejercida en su mayoría a través de los medios de comunicación, induciendo al usuario al consumo independiente o automedicación, así como a la hipervalorización de la tecnología médica.

Desde la cátedra de Farmacia Asistencial informan que aún aquellos medicamentos que son publicitados como de venta libre deben ser acompañados por asesoramiento farmacéutico, a fin de indicar el más adecuado y evitar posibles interacciones con otros medicamentos que le hayan sido suministrados al paciente.

Los docentes se interrogan entonces, si efectivamente los medicamentos constituyen instrumentos que siempre ofrecen resultados positivos, en cumplimiento a las promesas y/o esperanzas depositadas en ellos, o si realmente una serie de otros condicionantes son indispensables, tanto en el plano individual como en el colectivo, para que los niveles deseables de salud sean alcanzados.

"Muchos pacientes creen que obligatoriamente se tiene que ir del consultorio con una receta en la mano. Hay una cultura instalada en la sociedad por la que se considera al medicamento como la salvación, cuando tal vez, para determinadas patologías son necesarios otros caminos o conductas como por ejemplo hacer deportes y seguir una dieta sana", afirma Traverso.

Por este motivo, desde la cátedra, se intenta formar a los estudiantes para que puedan adquirir no solamente saberes técnicos relacionados a la profesión, sino también que les permitan conocer y desarrollar una mirada crítica en torno al mercado de la industria farmacéutica. "Nuestro desafío como docentes es que nuestros alumnos adquieran la visión de futuro y espíritu crítico necesarios para actuar y modificar la realidad", concluye Traverso.


Fuente: Periódico Digital UNR

1 comentario:

Amalthea dijo...

Muy interesante vuestro artículo.
Yo soy peruana, y aquí en Lima, a los estudiantes de farmacia se nos inculca de una manera solapada a pensar en el dinero como el fin de la práctica farmacéutica y a los pacientes como el medio para conseguirlo, poniéndo a los medicamentos como elementos de consumo y no como bienes esenciales.
Además, según mi limitada experiencia, he podido comprobar que somos pocas veces considerados como parte activa del equipo de salud.
Precisamente yo llegué a su weblog buscando más información acerca del rol y los deberes de los Químicos Farmacéuticos, ya que hace casi dos meses hice llegar una queja a un organismo de arbitraje y defensa del consumidor de mi ciudad, debido a una atención inadecuada que tuve por parte de una cadena de boticas.
Pero muy aparte de eso, en vuestro artículo, he encontrado respuesta a una inquietud que tenía respecto al mito que se genera en cuanto a los medicamentos que se pueden adquirir en una oficina farmacéutica, ya que gracias al oficio que desarrollo (que no está ligado de alguna manera a la farmacia) he constatado aquello de que la sociedad considera a los medicamentos como la salvación, y generalmente los pacientes no ven más allá de esta alternativa, ni tienen un rol activo en su proceso de recuperación o control de su enfemerdad.
Hay muchas cosas por cambiar, pero como lo menciona una de las entrevistadas: si desde la formación no se le enseña al alumno (futuro farmacéutico) a tener un razonamiento lógico, una visión reflexiva del futuro y un espíritu crítico de la situación actual; entonces durante muchos años seguiremos en lo mismo.
Mis felicitaciones y saludos cordiales.
Katherine L. Suárez